El perfeccionismo es uno de los principales enemigos de la creatividad. Alimenta nuestro miedo a equivocarnos y la frustración frente a los avnces y retrocesos del proceso creativo.
Y aunque llevo más de 20 años trabajando en proyectos y actividades creativas, sigo dándole pelea a los miedos, la parálisis y la autoexigencia del perfeccionismo. Es uno de los bloqueos frecuentes que detecto en alumnas, colegas y seguidores de la comunidad de Lado Creativo.
¿Cómo superar el bloqueo mental sin preocuparnos por “hacerlo perfecto”? Así lo explica la psicóloga Carol Dweck:
“El perfeccionismo crea la expectativa de hacer las cosas bien en el primer intento y, más allá de eso, hacerlo con aparente facilidad. Esta tendencia se llama síndrome del pato”.
Imaginemos un pato delizándose en el agua. Parece estar fresco y tranquilo, navegando sin problemas, totalmente a gusto. Mientras tanto, bajo la superficie del agua, el pato rema furiosamente con sus patas.
Los perfeccionistas (y también las personas de mentalidad fija) adoptan esta postura, queriendo que todo lo que hacen parezca fácil, y cuando no lo es, se esconden o fingen lo contrario. Esta tendencia es extremadamente limitante para las actividades creativas, porque como cualquier habilidad requieren trabajo duro, compromiso y esfuerzo.
MENTALIDAD FIJA VS MENTALIDAD DE CRECIMIENTO
Dweck nos desafía a valorar esos elementos (a los que me animo a sumar paciencia) por encima de la perfección y la facilidad. Según ella, ajustar nuestra mentalidad es clave para el pensamiento creativo y el desarrollo personal.
Tener una mentalidad fija es asumir que las habilidades que tenemos son relativamente invariables. Entonces, cada desafío es una oportunidad para demostrar que tenemos una habilidad y cada falla, un claro indicador de que carecemos de ella.
En cambio, tener una mentalidad de crecimiento nos ayuda a comprender que nuestras habilidades son maleables, que lo que hacemos hoy mejorará nuestras habilidades mañana. En esencia, significa entender que podemos progresar, que podemos aprender y desarrollar nuestras capacidades, y que los fracasos son una oportunidad para crecer.
La mentalidad de crecimiento es vital para el progreso creativo porque fomenta la experimentación y la toma de riesgos. Cultiva la resiliencia frente a los avances y retrocesos del proceso de crear.
¿EL LADO POSITIVO DEL PERFECCIONISMO?
Por supuesto, con la mirada atenta y entusiasta, también podemos ver el lado positivo del perfeccionismo. Y usarlo a nuestro favor para impulsar la creatividad.
El perfeccionista que todos llevamos dentro puede servirnos de estímulo creativo si somos capaces de capitalizar estos momentos:
- Cuando los perfeccionistas nos molestamos porque la evidencia va en contra de nuestra propia opinión >>> EXPLORAR alternativas que desafíen lo obvio
- Cuando los perfeccionistas deseamos entender todo y no paramos de buscar nueva información >> ORIENTAR la curiosidad hacia la excelencia de nuestras competencias creativas
- Cuando los perfeccionistas chocamos contra nuestra terquedad >> BUSCAR soluciones innovadoras combinando ideas que aparentemente no tienen nada que ver
- Cuando los perfeccionistas entramos en “modo Mónica de Friends”, con niveles irracionales de competitividad >> APROVECHAR LA URGENCIA DE PASAR A LA ACCIÓN como ruta creativa para mantenernos al día y enriqueciendo nuestra visión
Frente al perfeccionismo, el desafío es maximizar las ventajas y minimizar las desventajas. Se trata de evitar el autosabojate a través de pequeñas acciones hechas a conciencia. A mí siempre me ayuda repetir en voz alta mi frase mantra HECHO ES MEJOR QUE PERFECTO.
El principal problema de los perfeccionistas posponer las tareas porque se sienten abrumados y presionados ante la idea de que no hicieron, hacen o harán las cosas como les gustaría y temen enfrentar ese miedo, sin pensar que justamente la acción es el mejor antídoto del miedo.
Además, como propone Dweck, valorar el proceso más que el resultado entrena nuestra mentalidad de crecimiento y nos ayuda a lidiar mejor con los desafíos, la incertidumbre y a no darnos por vencidos cuando las cosas se complican.