Creo en el poder de las palabras. Por eso elijo una palabra del año. Esa palabra ilumina mi año: simplifica mis prioridades, me mantiene enfocada, me ayuda estar motivada cuando las cosas se complican, el interés decae o no me da el ancho de banda.

Tener una palabra del año me permite saber qué soltar, qué poner en pausa o postergar en lugar de quemarme o volverme loca. La clave para elegirla es escucharnos, honesta y amorosamente, con el corazón y la mente abiertas.

PRIMER PASO: ESCRIBIR

Los ejercicios que forman parte del workshop Metas Superpoderosas son la clave para indagar en todo lo bueno que pasó en los últimos meses. También los desafíos, todo lo que deseo hacer progresar en mi vida, las lecciones que aprendí y la lista de cosas a las que quiero decirle NO (para poder decirle que SÍ a otras) van manifestando temas que llaman mi atención.

Escribir durante este proceso de introspección, de escucha y de aprendizaje es fundamental. No alcanza simplemente con “pensar” las cosas. Hay que ponerlas por escrito. Entonces, casi por arte de magia, escribir se convierte en el primer paso del plan de acción.

Al releer todo lo que escribí durante este repaso de los últimos meses y las ideas para los próximos 12, voy marcando todo lo que se va destacando y voy marcándolas con un resaltador (o con un sticker o con un círculo).

SEGUNDO PASO: LISTA DE CANDIDATOS

Después de anotar las palabras que llamaron mi atención, sigo enriqueciendo la lista con las ideas que se me ocurren luego de mirar la agenda del año que termina, las cosas que quedaron sin terminar, las fotos de celular. Y paso revista a todo lo que tenía ganas de hacer por placer y no por obligación.

Si miro todo el panorama con detenimiento puedo ver con claridad en qué deseo enfocar toda mi energía y esfuerzos a pesar del cansancio, los contratiempos, las urgencias. Y trato de pensar en una palabra que lo resuma y me recuerde cuál es mi prioridad. Dicen los que saben que cuando todo es prioritario, nada lo es.

TERCER PASO: ELEGIR

Casi como un juego, la elección de la palabra del año es invocar que suceda. Darle un lugar protagónico a lo que se manifiesta como verdaderamente importante para mí.

Una vez que tengo dos o tres candidatas, estos pequeños rituales me ayudan a definir la elección:

  • Busco el significado en el diccionario. Leer la definición de cada una, su origen, incluso sus sinónimos y antónimos, es una manera de ampliar contextos e incentivar conexiones nuevas
  • Acepto el poder temporal que la palabra del año tiene. Para mí, es una gran nota mental para recordarme qué es lo importante para lo que viene, pero nada es inflexible. Asumo que puedo cambiarla si las circunstancias cambian.
  • Anoto la palabra elegida en un post-it y lo pego en un lugar visible. Registro cómo me voy llevando con ella y me siento a gusto con el mensaje-guía que manifiesta.

CUARTO PASO: EMPEZAR A VIVIRLA

Una vez que decido cuál será mi palabra del año, la escribo en un cuaderno en la que voy compilando todo lo que me va conectando con ella. Frases célebres, palabras sueltas, partes de un diálogo, posteos de Instagram, la inscripción de una remera… todo eso que parece no tener ninguna conexión entre sí y que, sin embargo, la tiene.

También la comparto en las redes sociales. Siento que comunicar mi elección públicamente me compromete y, quién sabe, puede servir también de inspiración para otros. No hace falta nada grandilocuente ni forzado, a veces alcanza con hacer una mención en nuestro estado de Facebook, en la biografía de Twitter o contársela a un amigo por WhatsApp.

MI PALABRA DEL AÑO, VERSIÓN 2019

Magia. Porque creo que 2019 es el año de hacer magia. Me gustó ese concepto, porque de alguna manera resume mi meta de “crear con amor y magia”.

Y para eso, hay que creer. Como escribió Roald Dahl en The Minpins: “A pesar de todo, siempre mira con sorpresa el mundo que te rodea porque los mejores secretos están escondidos en lugares impensables. Aquellos que no creen en la magia nunca serán capaces de encontrarla”.

Por supuesto, ambas frases están apuntadas en el cuaderno dedicado a mi palabra del año que ¿casualmente? lleva como leyenda: “Dream like a unicat and feel the magic”. Y sigo alimentándolo todos los días.

Ayer, en una revista, leí: “La magia aparece cuando nos detenemos ante el ‘no sé’, ‘no tengo’, ‘no puedo’ y ‘no debo’. Nos detenemos para ser intencionales y estar en sintonía con nuestro propósito”. Anotado junto a la cita de Aldous Houxley: “Las palabras son mágicas por la forma en que influyen en la mente de quienes las usan”.